viernes, 30 de diciembre de 2011

2011 se acaba...

Así que feliz año a todos los que de vez en cuando os tomáis la molestia de pasar por este pequeño castillo en el aire, que no existiría si no hubiese alguien que pasease por él de vez en cuando y me obligase a quitar el polvo de sus paredes...
Así que espero que en 2012 os pueda ofrecer más y mejor.
Un abrazo enorme.

viernes, 23 de diciembre de 2011

No llores

Este poema lo escribí el año pasado y, gracias a una amiga, lo he rescatado de la carpeta. Recuerdo que lo escribí en un momento de bajón en el que soñé conmigo cuando era pequeña. En mi sueño, estaba llorando. Esto es lo que me gustaría haberle dicho a mi "pequeño yo" para que dejara de llorar. Espero que os guste.

Si hoy dejas de llorar
te haré un collar, mi niña
con cada perla de sal
que bajó por tus mejillas.

Y así se podrán curar
poco a poco tus heridas.
Tu alma volverá a volar,
el tiempo cura y olvida.

En tus ojos, que al mirar
mostraban mil estrellitas,
hoy vi la pena brillar.

Más, si hoy llorar evitas,
juro que te haré el collar.
Mi pequeña princesita.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Lo veo...

Mi vida, veo cómo sufres por alguien que, sin duda, no te presta la atención que en realidad mereces...
Veo cómo tu cálida sonrisa se convierte en una horrible mueca de tristeza, como tus preciosos ojos cambian a ese color que tienen cuando estás triste...
Veo lo mal que lo pasas, oigo tu voz quebrarse, leo frases escritas por ti que me ponen la carne de gallina...
Te lo advierto, tendrás que sujetarme muy fuerte si un día nos encontramos con esa persona, porque pienso darle un puñetazo por cada lágrima que te ha hecho derramar. Porque te quiero, y voy a protegerte...

viernes, 16 de diciembre de 2011

Tarde de diciembre...

-Dios, qué frío hace-me dices, riendo. Llevas una bufanda gruesa de lana, y tienes las manos dentro de los bolsillos.
-Has tardado en darte cuenta, campeón-te contesto, sin poder evitar reirme también-. Se te está poniendo la nariz roja, como a un renito.
-¿Si? Entonces tendré que guiar a Papá Noél hasta tu casa en Nochebuena. Espero que hayas sido buena y te traiga muchos regalitos...
-Si, ojalá-digo, suspirando. Mi suspiro se convierte en una nubecita de aire que se pierde en el aire-. Aunque he pedido muy pocas cosas este año, espero que me las traiga todas.
-Bueno, como soy un reno ayudante, si me lo dices a lo mejor puedo influir en el "gran hombre" para que te lo traiga...
Me guiñas el ojo, y yo te doy un suave golpecito en el brazo. De repente, como si el cielo me hubiese leído la mente, empieza a nevar suavemente sobre la ciudad, sobre el banco en el que estamos sentados. Persigo los copos con la mirada, veo cómo bailan en el aire. Te sonrío.
-Esto es una de las cosas que había pedido-te digo-. Nieve.
-¡Ahá! Entonces está visto que soy una persona influyente allá en el Norte... -dices, sacando la lengua-. Ahora puedes pedir tu segundo deseo, que seguro que te lo conceden.
Entonces se me nubla la mente. No puedo decirte cuál es... No.
Aparto la mirada de ti, te doy la espalda, y miro los copos caer despacio. Se empieza a hacer de noche. Apoyas tu cabeza sobre mi hombro y me dices:
-¿Qué te ocurre? Sabes que puedes contármelo.
-No, es que... No sé si... Bueno...
Me tomas de la barbilla y me obligas a mirarte.
-¿Quieres que te diga cúal es el regalo que yo quiero?
-Si, pero...
-No hace falta que me digas el que ibas a pedir tú.
-Bueno, está bien... Pero porque me pones carita de reno, que si no...
Te ríes, y respiras hondo. No apartas tus ojos de los míos, ni dejo de ver una sonrisa en tu cara...
-Te quiero a ti de regalo... A ti bajo esta nieve, ahora.
No puedo evitar reírme. Te apartas y me miras, extrañado.
-¿Qué te parece tan divertido?
-Que yo te iba a pedir a ti de regalo también...
Entonces, consigo mi segundo regalo. Tu consigues el tuyo. Los copos de nieve se enredan en tu pelo, igual que mis dedos, mientras me besas despacio...

sábado, 3 de diciembre de 2011

Sutura

Pensé que iba a tardar más tiempo en darle el visto bueno a este texto, pero parece ser que ya está listo para que lo veáis... Agradecería que comentaseis, tanto si os gusta como si no.
Recuerdo a aquella paciente como si la hubiese atendido ayer.

Aquella tarde cuando llegué a mi consulta, no tenía casi ganas de nada. Me puse la bata y entré al despacho. Al rato llegó Raúl, mi ayudante, con una taza de café y la agenda con los pacientes de la tarde.

-Gracias Raúl- le dije sonriendo, mientras me sentaba-. ¿Qué tenemos esta tarde?

-Pues tienes un par de pacientes que nos los han derivado del hospital, otros dos con cita previa y uno sin cita.

-¿Uno sin cita? ¿Quién es?

-Acaba de llegar, es una chica de unos veinte. Ha traído una tarjeta nuestra y me ha dicho que necesitaba verla cuanto antes.

-Vale, pues mientras me localizas los historiales de los del hospital, hazla pasar.

-¿A cuál la llevo? ¿A la sala uno?

Tras pensarlo un instante dije:

-No, tráemela aquí. Antes de ir a avisarla, tráeme el maletín, por favor.

Raúl se fue y al cabo de un minuto volvió con los historiales y un maletín negro con un cerrojo dorado. Mientras iba a buscar a mi paciente, le di un largo trago a mi café y respiré hondo. En el fondo, intuía lo que mi paciente me iba a pedir, y no es precisamente lo más fácil de mi especialidad. Al rato mi ayudante volvió acompañado de mi paciente. Cuando entraron, me levanté y le indiqué la silla que estaba frente a mi.

-Raúl, ya puede irse-dije.

Mi paciente se sentó. Era una chica joven y guapa, pero tenía la cara consumida por la tristeza y los ojos enrojecidos y enmarcados por unas ojeras oscuras.

-Bueno, cuénteme su caso-le dije.

-Supongo que usted ya sabe a lo que he venido-me dijo, sollozando-. Lo único que quiero es que pare el dolor. Me han dicho que es usted la mejor sanadora.

-Entiendo... Pero antes, ¿podría contarme cómo terminó todo?

-Pues verá, me han concedido una beca para estudiar en Londres todo el año y, cuando se lo iba a contar...

Entonces escondió su cara entre las manos y rompió a llorar. Me acerqué a ella y le tendí un pañuelo.

-Eh, tranquila...-le dije-. No hace falta que me diga más, voy a ayudarla.

-¿De veras, doctora?-dijo, levantando la cara- ¿En serio puede ayudarme?

-Si, pero esto conlleva un leve porcentaje de riesgo. Yo puedo hacer que pare el dolor, pero si usted no hace nada por curar la herida no servirá de nada, ¿entiendes?

- Yo quiero que se cure. No quiero tener que llorar más por ese indeseable.

-Entonces ya está decidido. Túmbese en el sillón que hay ahí.

Ella se tumbó en un sillón de color negro que estaba bajo una lámpara. Acerqué mi silla y dispuse una mesita a mi lado. Sobre la mesita, abrí el maletín con mi instrumental. Aguja, hilo, pinzas, piel artificial, todo perfectamente esterilizado. Cogí una bolsita de guantes y me los puse.

-Ahora necesito que te descubras el pecho-dije, poniéndome una mascarilla.

Ella se quitó la blusa, dejando al descubierto su pecho y mi zona de trabajo.

Entonces, con unas pinzas, le abrí la cremallera que tenía sobre el esternón y aparté la piel y el hueso, dejando al descubierto el corazón de la paciente.

-Señorita...

-Catalina. Me llamo Catalina.

-Catalina, necesito que me hables de él para poder curar la herida.

Ella respiró hondo y con voz temblorosa empezó.

-Se llama Enrique. Tiene 20 años, los cumplió hace un mes, ¿sabe? Su pelo es de color...

Cuando empezó a hablar, una parte de su corazón comenzó a sangrar con violencia. Examiné la herida. Era un corte grande y profundo, casi rasgaba el corazón a la mitad. Cogí un tubo que salía del sillón y lo puse sobre el corte, para que drenara la sangre. Entonces, saqué una aguja curva que tenía enhebrado un hilo de color negro y comencé a coser la herida. A medida que iba suturando, la voz de Catalina iba dejando de sonar triste, sino que sonaba más bien nostálgica, como la de quien recuerda un buen momento de su vida. Su rostro comenzaba a recobrar poco a poco el color, y sus ojeras se borraban. Con cada puntada, iban desapareciendo la tristeza y la rabia que inundaban su mirada... El odio hacia Enrique iba desapareciendo, lentamente, con cada tirón del hilo.

Una vez terminé de coser la herida, puse una tira de piel artificial envolviendo la sutura. Cerré la cremallera y miré a mi paciente. No había ni un rastro de tristeza en su cara, salvo una lágrima peregrina que rodaba por sus mejillas, aunque podía apostar mi diploma de la universidad a que era de felicidad. Me miraba con los ojos abiertos, como esperando a que le dijera lo que ya sabía, que estaba curada.

-Ya puedes levantarte-le dije sonriendo.

Se incorporó y se puso la blusa. Yo me levanté y entonces, me abrazó.

-Gracias doctora, gracias-me susurró mientras me abrazaba.

-No, gracias a ti-le dije, y la aparté para poder mirarla a los ojos-. Eres una chica muy fuerte, no tardarás en recuperarte. Suerte en Londres.

-Gracias de nuevo, doctora.

Se fue, muy diferente de cómo había entrado. Al rato entró Raúl y se sentó en la silla de mi escritorio. Yo miraba por la ventana.

-¿Cómo sabías que era una sutura? –me dijo.

-Déjalo en una intuición, Raúl-le dije, pensativa.

-¿Te parece si, después de tus pacientes, te invito a cenar y me lo cuentas?-me dijo, apoyando su mano sobre mi hombro.

Me giré hacia él.

-Bueno, acepto. Pero no te lo contaré tan fácilmente.

-¿Es que es un secreto del gremio?

Sonreí.

-Podría decirse que si. Anda, haz pasar a uno de los que tienen cita, que es pronto para pensar en la cena.

Raúl me dio un golpecito cariñoso en el brazo y salió del despacho. La verdad es que no tenía ninguna intención de contarle mi historia en ese momento. Él no tenía porqué saber que, antes de que yo me especializara, también había ido a que me suturaran. Y fue por aquello por lo que decidí hacerme sanadora. Para ayudar a aquellos con el corazón roto, como Catalina. Como yo...



lunes, 14 de noviembre de 2011

Rima XXVIII de Gustavo Adolfo Bécquer...

Cuando entre la sombra oscura
perdida una voz murmura
turbando su triste calma,
si en el fondo de mi alma
la oigo dulce resonar,
dime: ¿es que el viento en sus giros
se queja, o que tus suspiros
me hablan de amor al pasar?

Cuando el sol en mi ventana
rojo brilla a la mañana
y mi amor tu sombra evoca,
si en mi boca de otra boca
sentir creo la impresión,
dime: ¿es que ciego deliro,
o que un beso en un suspiro
me envía tu corazón?

Y en el luminoso día
y en la alta noche sombría,
si en todo cuanto rodea
al alma que te desea
te creo sentir y ver,
dime: ¿es que toco y respiro
soñando, o que en un suspiro
me das tu aliento a beber?

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Sin título

He decidido inaugurar el mes de noviembre en el blog rescatando del cajón un poema que escribí hace un tiempo, y que no tiene nombre...
Te acercas a mi
Y respiro hondo.
Comienza la guerra
que enfrenta nuestros dedos
contra botones, cremalleras... Tela
que se interpone entre nosotros,
entre tu cuerpo y el mío.
Nos lanzamos juntos, intrépidos,
a un bravo mar de sábanas.
Y nado en tus brazos,
me ahogo en tus besos,
y, cuando la tempestad se calma,
las olas me llevan naufragada
a la isla de tu pecho,
muerta de amor, enamorada.

lunes, 24 de octubre de 2011

Sobre la lluvia...

Recuerdo un día de otoño como este, mucho tiempo atrás...
Recuerdo que mi madre me llevaba de la mano, y que llovía. Y yo estrenaba botas de agua aquel día, así que fui pisando todos los charcos que ponían en mi camino. Mi hermano, que iba agarrado a la otra mano de mi madre, también pisaba los charcos conmigo. Como le estábamos mojando a mi madre los pies, nos soltó. Entonces mi hermano y yo echamos una carrera a ver quien pisaba más charcos. Me sentí feliz, con el pelo suelto bajo la lluvia, con el agua salpicando bajo mis pies.
Esta mañana, me he calzado mis botas de agua y he pisado todos los charcos que he podido. Paraguas en mano, he pisoteado cualquier masa de agua delante de mis pies.
¿Por qué?
No lo sé, pero lo cierto es que me ha relajado muchísimo. Ahora ya no odio los días de lluvia.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Indignación.

Tengo 17 años. Y veo muy negro mi futuro. Y no estoy indignada, estoy indignadísima.
El sábado salí a la manifestación del 15-O. Como tantos otros miles de personas, puse mis pies en la calle y grité, caminé, me manifesté... Grité porque estoy harta de ver mi porvenir cubierto de sombras.
No sé si, cuando termine la selectividad, voy a ir a la universidad. No sé si tendré plaza para poder entrar. No sé si tendré un puesto de trabajo. No sé si seguirá la crisis cuando termine de estudiar. Tampoco sé como se ha llegado a esta situación. Ahora mismo, como decía Sócrates, "Sólo sé que no sé nada".
Bueno, en realidad hay algo que sí que sé: Que no me voy a quedar impasible viendo como unas personas ávidas de poder y dinero se llevan mi futuro.
Por eso salgo a la calle. Para luchar por mi futuro, porque la esperanza es lo último que pienso dejar que me quiten.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Se acabó.

Dos palabras que introducen un final que yo llevaba tiempo esperando.
Esta mañana me he levantado y me he dicho: Ya es suficiente.
Se acabó el seguir sufriendo, el dolor... Ya valió.
A partir de hoy será demasiado tarde para todo.
Esta mañana pasé la página que lleva tu nombre en mi libro, cerré ese capítulo de mi vida. Y no habrá vuelta atrás. Me he montado en un tren sin retorno... Aunque tampoco tenía intención de volver.
Lo siento si te duele, pero es por mi bien. Por tu bien. Por nuestro bien.
I don't love you- My Chemical Romance
Go yor own way- Fleetwood Mac
Apologize-Timbaland
Dog days are over- Florence and The Machine
You give love a bad name- Bon Jovi

jueves, 22 de septiembre de 2011

Dolor...


Nico se tumba, con los ojos enrojecidos, sobre su cama. Aprieta la cara contra la almohada y llora, de impotencia y de rabia.
No puede más. No lo soporta. Lleva un mes intentando deshacerse del amor que sentía por ella. No era un amor profundo, pero le duele. Cada vez que consigue llegar a un estado estable, cuando los médicos que vigilan su corazón roto le sacan de la UCI para que pueda volver a enamorarse, llega ella y se hace querer. Todas las barreras contra ella se rompen, los puntos de sutura saltan...
Nico se siente débil, como un triste y frágil juguete en sus manos. Y no puede más.
Sus amigos le dicen "Déjala, que ella intenta ser feliz"... ¿Y qué pasa con él? ¿No tiene derecho a serlo? ¿Ni tan siquiera a rozar la felicidad con los dedos?
Y ella, como si fuera inocente, le sigue tratando como si fueran amigos. Como si Nico no se sintiese mal porque ella le hubiera dejado por otro. Y cuando Nico no quiere hablar con ella, cree que está enfadado por aquello y se hace la víctima. "Olvídate de mi", le dice.
Nico querría decirle: "Qué más quisiera yo"

miércoles, 31 de agosto de 2011

Sólo un sueño

Sé que estás acostado junto a mi... Puedo notar tus dedos recorriendo mi cuello, tu aliento en mi cara...
Sé lo que encontraré si abro los ojos... Si lo hago, me enfrentaré a unos ojos que me hacen perder el sentido, a unos labios que me provocan escalofríos, a una sonrisa que me convierte en la persona más feliz del planeta...
Sé lo que hay al otro lado de mis párpados, por eso prefiero no utilizar las vista... Dedico mis otros cuatro sentidos a disfrutar de ti...
Sé que estoy disfrutando como en la vida, aunque haya decidido estar ciega para ello... Ahora no me importa no ver...
Sé que te tengo a mi lado, aunque no te vea... Mis dedos y mis labios serán hoy mis ojos...
Respiro hondo y abro los ojos...
No estás acostado junto a mi, no hay dedos recorriendo mi cuello, no encuentro tus ojos, tus labios, tu sonrisa... Ya no estoy ciega y, sin embargo, sigo sin verte...
Todo ha sido un sueño...
O quizás, sólo estoy soñando una realidad sin ti...
Si es lo último, quiero despertarme ya

jueves, 25 de agosto de 2011

Lo sabes...

Joe Cocker, cuanta razón tienes...
Cuando se ven venir cosas de este tipo, por muy fuerte que te creas, sabes que va a doler.
Joe Cocker- You Know It's Gonna Hurt

lunes, 22 de agosto de 2011

A mis pies...

Hace frío, pero la vista es hermosa, casi hipnótica.
Las luces, el movimiento de los coches, el parpadeo de una ciudad a punto de dormirse, la gente que vuelve a sus casas de madrugada, la sombra proyectada en el cristal de dos amantes abrazándose en el edificio de enfrente, el olor del restaurante chino de dos calles más abajo.
Y, contemplándolo desde la azotea, Manuel.
Tiene todo ese mundo luminoso a sus pies, pero no lo admira.
Sus ojos están annegados en lágrimas. Dolorosas, opacas, traidoras. Lágrimas que parecen efímeras pero no terminan de acabarse.
En su mano, un teléfono móvil. En la pantalla aún iluminada se puede leer un mensaje: Hemos terminado.
Dos palabras que han resultado ser el arma más mortal que Manuel ha conocido. Esas dos palabras, aparentemente inocentes si te las encuentras solas o encerradas en las paredes de un diccionario, han hecho pedazos su corazón.
Y ahora, con los pies en el borde de la azotea, las lágrimas van dejando de brotar de sus ojos. Y es entonces cuando se percata de la belleza de lo que él, espectador privilegiado, tiene debajo.
Es el rey del mundo. Tiene el mundo entero a sus pies. Su reino es bello, aunque esa belleza tardará poco en irse apagando. Se da cuenta de ello y entonces decide hacerlo.
Coge carrerilla y decide lanzarse a abrazar la belleza del mundo a sus pies.
En la azotea, testigo mudo de ello, el teléfono móvil. En su pantalla se puede leer: Mensaje enviado.
Las últimas palabras que escribió Manuel al receptor del mensaje : Adiós, amor.

domingo, 24 de julio de 2011

I won't leave you lonely... :)

8... También conocido como 2 al cubo, el doble de 4, la mitad de 16, la raíz cuadrada de 64...
8 son los años que llevo conociendo a una persona que me proporciona tal felicidad que eleva mi número de sonrisas al cubo, que es lo único que necesito para hacer el doble de las bobadas que hago habitualmente, que consigue con su presencia que mis penas se reduzcan a la mitad y que ejecuta hábilmente una raíz cuadrada sobre los nubarrones de mi mente... En resumen, somos una ecuación de la amistad con un resultado perfecto... :)
Recuerdo cuando nos conocimos, cazando anguilas inocentes en el río.
Nos recuerdo ahora, llamándonos de vez en cuando para comentar como nos persiguen otro tipo de bichos no tan inocentes de este mar que es la vida. Y nos libramos de ellos juntas, indivisibles.
Las olas nos han llevado a escollos que hemos salvado sin dificultad... ¿Será porque somos de ciencias? ¿O por algún guapo famoso que nos ha susurrado al oído "Hola, ¿es a mi a quien buscabas?" ? ¿O la irresistible tendencia a enamorarnos de vampiros? Supongo que nunca lo sabremos.
Te prometí que tendrías una entrada de blog y he cumplido con mi palabra. Sabes que suelo hacerlo.
Por tanto aprovecharé para hacerte otra promesa:
NUNCA TE DEJÁRE SOLA
Escucha esto

Igual...

Llevaba unos... ¿dos años? Si, casi dos años sin saber absolutamente nada de ti. Habías pasado a ser una anécdota, un folio en un cuaderno de dedicatorias, un cd con fotos, 20 mensajes de móvil que llevan como 18 meses borrados de la faz de la tierra, un nombre... Nada más que un nombre.
Y entonces hoy, de pronto, siento la repentina necesidad de averiguar qué fue de ti.
Investigo un poco y ahí estas. No has cambiado nada.
La misma cara, el mismo pelo, los mismos ojos... Exactamente iguales que cuando te conocí.
Y sin embargo, ya no es lo mismo.
Cuando te vi por primera vez sólo mirar tus ojos me producía escalofríos, una sensación que me recorría la espina dorsal por completo... Dolorosa pero dulce.
Cuando dejé de verte la cara para sólo ver tus fotos, mirarte me producía tristeza, dolor, rabia... Sólo dolor, nada de dulzura...
Ahora cuando miro las fotos, sólo es melancolía... Melancolía porque fuiste un momento especial de una quincena especial, por cómo terminaron las cosas... Pero ni dolor, ni dulzura, ni nada de nada...
Cómo cambian las cosas....

lunes, 27 de junio de 2011

Movimiento Rectilíneo Uniformemente Enamorado

Aquel día te sentí
Infinitamente cerca
La función de nuestro amor no tenía límites
Éramos dos corazones
Latiendo a velocidad constante
Pero un vector de posición
Cual flecha de Cupido mal clavada
Te hizo desplazarte
Con un Movimiento Rectilíneo Uniforme
Hacia los brazos de otra
En la otra punta de la gráfica

miércoles, 22 de junio de 2011

Morfeo (Fecit 2009)


Sara tenía miedo a los monstruos desde muy pequeña. Y, aunque tuviese 16 años, seguía aterrorizada cada noche cuando apagaba la luz. Era un miedo irracional, infantil y absolutamente estúpido, pero no podía hacer nada contra ello. Sólo abrazar a su peluche la reconfortaba. No recordaba quién le había regalado a “Mister Bigotitos”, pero abrazarlo le proporcionaba una sensación de paz y seguridad siempre que tenía miedo.
Por eso, aquella noche, cuando oyó crujir la puerta y un susurro invadió su habitación, estrechó con fuerza al gato de peluche y murmuró: “Seas lo que seas, desaparece, desaparece, desaparece”
Junto a ella, oyó un sonido de campanillas y sintió como si, de repente, Mister Bigotitos desprendiese calor. Cada vez percibía más cerca aquella sombra susurrante, como si intentase atacarla. Entonces, junto a ella, una figura que antes no estaba carraspeó y dijo:
-Si me abrazas tan fuerte, no podré protegerte de eso.
Sara miró a su lado y, donde debía estar su peluche, había un chico. Le soltó de repente y él se levantó de un salto. Ella miró aturdida, sin terminar de entender qué demonios hacía ese chico allí, como el se dirigía hacia otra persona que estaba junto a su cama. La otra figura llevaba una túnica negra y alzaba una especie de daga curva, que apuntaba directamente hacia Sara. Entonces el chico sacó una espada larga de una funda que llevaba a la espalda y acuchilló al encapuchado, que se desvaneció con un silbido.
El chico se dio la vuelta y dirigió una sonrisa triunfal a Sara.
-Trabajo resuelto, jefa –dijo él.
Entonces ella pegó un grito escandaloso, que despertó a toda su casa. El chaval se asustó e intentó calmarla. Entonces, el padre de Sara entró en la habitación y encendió la luz.
-¿Qué te pasa, cielo? ¿Otra pesadilla?-le preguntó, notablemente asustado.
-¡PAPÁ, MIRA! En mi habitación se ha colado un perver…-dijo, señalando al lugar donde estaba el chico. Entonces, ella enmudeció. En el lugar donde él debería estar, estaba Mister Bigotitos.
-No se ha colado nadie en tu habitación, era una pesadilla-dijo su padre, apagando la luz-Intenta dormir, cariño.
-Pe…pero… si estaba aquí
-Buenas noches, cielo-dijo su padre, ya desde el pasillo.
Entonces, volvió a oír las campanitas y sintió como algo se apoyaba ligeramente en su colchón.
-No hacia falta que te pusieras así-le dijo el chico, que había vuelto a aparecer de entre las sombras- Eres un poco histérica.
Ella hizo ademán de gritar, pero él fue más rápido y tapó la boca de Sara con la mano.
-Te lo explicaré todo si no gritas, ¿OK jefa?-le dijo.
Sara se tranquilizó un poco y encendió la luz. El chico era alto y moreno. Tenía el pelo largo recogido en una coleta y sus rasgados ojos azules transmitían una sensación agradable. Llevaba una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros, de los que asomaba una cola negra de gato. En cuanto se fijó en la cola, Sara se dio cuenta de que también tenía unas orejas del mismo color que asomaban de su cabello oscuro. A su espalda, estaba la funda con la espada que le había visto usar. Era un chico guapo, y no tenía aspecto de ser un psicópata.
-¿Quién eres?-dijo ella, confusa.
-Para empezar, no soy un pervertido, como le ibas a decir a tu padre –repuso él, con una sonrisa traviesa (haciendo que Sara se sonrojase)-. Podríamos decir que soy tu ángel de la guarda o PEANUT. Aunque tu me conoces como “Mister Bigotitos”.
-¿Cacahuete?-dijo ella, aún más confusa.
-Protector Escudo de Almas contra Nocturnos, Umbras y Terrorosos-añadió el-. Me llamo Morfeo y llevo protegiendo a tu familia durante varios siglos, aunque es la primera vez que me muestro ante alguien. Esta noche te he defendido de un terroroso que llevaba rondando por tu casa varios días.
Morfeo pasó toda la noche explicándole a Sara que los terrorosos, las umbras y los nocturnos eran unos monstruos de la noche que intentaban llevarse la vida de las personas con un aura benigna para poder usarla en sus experimentos. Este tipo de aura se daba en la familia de Sara y, por ello, él estaba encargado de protegerles como PEANUT de la familia.
La historia parecía absolutamente irreal, absurda y estúpida, pero Sara la escuchó hasta el final.
-Bueno, ¿qué te parece?-dijo él, una vez hubo terminado.
-Bueno, parece demasiado fantástica e increíble…-empezó ella.
-¿¡No te ha valido todo lo que has visto esta noche!?-la interrumpió Morfeo, molesto.
-¿Me dejas terminar, por favor?-dijo ella-. Como iba diciendo, parece demasiado fantástica e increíble. Pero, en vista de que todo esto no es un sueño y que todo lo que me has contado suena cierto, no me queda más remedio que creerlo.
Morfeo sonrió y miró hacia la ventana.
-Deberías dormir un poco, Sara-dijo-. Mañana tienes clase y si no vas a tener unas ojeras monstruosas.
-No sé si podría, después de todo esto…
-Yo puedo ayudarte-dijo él, mirándola con esos ojos azules tan profundos-. Es uno de los poderes que tenemos.
Morfeo tomó a Sara en sus brazos y la acostó. Entonces, la abrazó y a ella empezó a invadirle una sensación de paz y tranquilidad, como siempre que abrazaba a su peluche. No le disgustaba que él estuviera abrazándola. Es más, se sentía cómoda, protegida, segura…
-Buenas noches, Sara-susurró él en su oído-. Que sueñes con los angelitos.
Y entonces, ella cerró los párpados y se quedó dormida, soñando con angelitos de la guarda, terrorosos y con su peluche. Se sentía en el lugar más seguro del mundo, refugiada en brazos de Morfeo.

viernes, 17 de junio de 2011

La caza


Me encanta jugar contigo...
Te veo pasar por mi casa y, cuando dan las cinco, salgo en tu busca. A veces un paso, dos, tres, seis... Todo me vale para intentar acabar contigo
Veo que hay más personas que intentan capturarte, pero sé que serás mío y solo mío... Intentas refugiarte de todos y encontrar un sitio donde sentirte a salvo, pero te sigo acechando.
Sabes que, una vez que te haya atrapado, no podré evitar comerte, destrozarte, matarte...
Corres, y yo te sigo. Te zafas de todos, pero yo sigo detrás de ti, como un león acechando a su presa.
Y, cuando estas a punto de llegar a la meta, de ponerte a salvo para siempre, te capturo con una sonrisa triunfal.
Y no lo puedo evitar, tengo que hacerte mío, comerte...
Y después, contar 20 pasos hacia delante
Definitivamente, lo que más me gusta en el mundo es jugar contigo al parchís!

jueves, 16 de junio de 2011

Primera inmersión...


Damas, caballeros, caballeras, damos...
Queda oficialmente inaugurado este blog. He de dar las gracias a la chica de Asbury park por alentarme a abrir este pequeño rinconcito de internet, en el que quiero compartir un poco de todo:
Literatura, música, cine... Todo tiene sitio aquí.
Es probable que después de leer mis posteriores entradas podáis pensar que soy una soñadora...
Pero para eso está hecho este blog.

Foto: Claudia Carrascal (oséase... ;) )