jueves, 13 de febrero de 2014

"No estoy sola"...


Ella miraba por la ventana. Hacía frío a ambos lados del cristal, y se abrazaba las piernas como si se le fuesen a desprender. Sentía que tiraban de un hilo que le salía del pecho y la intentaba arrastrar.
Fuera llovía con fuerza, el roble del otro lado de la calle se estremecía por el incesante golpeteo de las gotas y el viento sobre sus ramas.
Podría perdonar, pero nunca olvidar. Porque a esas personas a las que les han dado tantos palos, les borraron las ganas de hacerlo a golpes. Y, aunque sonría, nunca se le borraría esa mirada de animal herido cuando estuvieses cerca.
Y mientras yo la miraba desde el marco de la puerta, ella seguía mirando el roble temblar. Le dije "Si me necesitas, estoy aquí".
Y ella murmuraba:
"No estoy sola, no estoy sola, no estoy sola..."