domingo, 28 de octubre de 2012

El peor momento

El peor momento
de cuando te marchas
es cuando te acabas de ir,
y el horizonte ya no tiene tu mirada
que me dice "hasta pronto, amor".
Entonces cruzo los brazos
y un poquito de tu olor
se eleva hacia mi cara
como el más sutil
y dulce de los perfumes.
Cierro los ojos y siento
como si mis brazos fuesen los tuyos,
como si siguieses aquí
abrazándome muy fuerte.
Y cada voluta de tu olor,
cada mínima molécula
que se ha enquistado en mi ropa
me hace recordar tus besos,
tus caricias, a ti solamente.
Y abro los ojos, y no estás.
Y duele, quema, araña.
Por eso, sólo por eso,
el peor momento
de cuando te marchas
es cuando te acabas de ir
hasta que el horizonte trae de nuevo tu mirada
que me dice "hola, amor, ya he vuelto".

domingo, 21 de octubre de 2012

Agua para las penas

Llegué a casa, y lo primero que hice fue hacerle caso. Musité un "hola" absolutamente desganado en el salón, para que mis padres supiesen que había llegado y me fui a mi cuarto. Me desvestí, me miré al espejo. Tenía todavía los ojos algo rojos de llorar.
Cogí mi bata y fui al baño. Encendí el grifo de la ducha y dejé el agua correr un rato. Volví a mirar mi reflejo, buscando el rastro de mis lágrimas. Que habían estado allí, era más que evidente.
Cuando el agua estaba lo suficientemente caliente, me metí en la ducha y me senté dentro. Me abracé las rodillas y me quedé ahí sentada, dejando que el agua me fuese golpeando suavemente la piel hasta empaparme. Apoyé la cabeza contra los azulejos de la pared y cerré los ojos.
No sé cuánto estuve allí, a lo mejor diez minutos. Sólo sé que cuando volví a abrir los ojos, cerré el grifo, salí de la ducha y estaba bastante más tranquila.
Él tenía razón. Gracias al agua, mis penas se habían hecho un poco más pequeñas.

sábado, 13 de octubre de 2012

La guerra silenciosa

No se si os habéis dado cuenta, pero Europa lleva unos añitos oliendo a guerra, tal y como una cocina huele cuando algo se cuece en el horno. Este perfume a cocción lleva flotando en el aire desde que el panorama continental empezó a bailar al son de la palabra crisis.
Entre los cocineros de esta pastel está, para variar, Alemania, un habitual en cuanto a armar bollos. Solo que esta vez, los bávaros han mejorado la técnica. Más de sesenta años después de perder la última guerra por la dominación en Europa, a golpe de tanque y bombas, ahora someten a otros países a golpe de billete y tijera de recortes. Los cogen, como si fuesen una gran boa constrictor y los van apretando, poco a poco para exprimirlos. Y todo eso que sacan lo echan en la olla, y van removiendo a fuego lento. Quizás espolvorean además un poco de tensión, una pizquita de mala leche, recortan por aquí y por allá. Pero siempre, en silencio. Disimulando, que no se note que nos están haciendo la cena a toda Europa.
Así es como, queridos lectores, va cociéndose lentamente la guerra. Porque llegará un punto en el que los países sometidos se harten y se levanten. Y a lo mejor alguno de ellos se encargue de recordarle a las legiones bávaras que nadie les amenazó nunca con unas tijeras y que incluso se les perdonaron parte de sus deudas en algún momento de la historia. Por ejemplo

jueves, 11 de octubre de 2012

Inferno

La vida es caótica, terrible, infernal a nuestro alrededor. La ciudad es como un lugar de destierro, lleno de ángeles caídos con las alas atrapadas en unos corsés metálicos que les impiden volar. El cielo les queda muy lejos, y ninguno se acuerda de él. Viven vacíos, caminando sin rumbo entre demonios y notando la presión de esos corsés en la espalda, pero sin saber cómo liberarse.
No tenemos que dejar que nos cierren las alas, ni que nos roben la vida. Todo consiste en levantarse y protestar, no conformarse con nada. Decidir un día: "ya no quiero ser lo que era antes".
El cambio es fácil, tanto como respirar.
Sólo tenemos que soltarnos de las bridas, abrir las alas y lanzarnos al abismo sin miedo.

martes, 9 de octubre de 2012

Olivo

Quizás tenía que haberlo traído aquí antes, allá por junio, cuando el miedo era más grande que yo y escribí este poema para ti, querida traidora, que ahora te haces querer. Aún no sé si te he perdonado todo lo que me hiciste, pero te agradezco lo que ahora me haces.
Maldita, maldita, maldita seas.
Antes te odiaba, ¿sabes?
Quería huir de ti, lo deseé
con todas y cada una de mis fuerzas.
No entendía por  qué eras tan cruel 
haciéndome tropezar una y otra vez.
Luego me ibas ofreciendo
pequeños tesoros en mi camino
y has creado una red en torno a mí
que nos une, que nos ata, que me encadena.
Maldita, maldita, y mil veces lo seas.
Eres tan cruel, tan despreciable.
Has hecho que ahora, cuando por fin
puedo despedirme de ti para siempre
todos esos tesoros
que antes me ofrecías
estén grabados en la puerta final
que me indica la salida
y que ya no sé si quiero abrir.
Y antes te odiaba... Antes...

lunes, 1 de octubre de 2012

No tienes razón

Y punto. Dices que no mereces unos amigos como los que tienes.
¿En serio? ¿Tú te miras de vez en cuando al espejo, o haces algún tipo de juicio al respecto?
SIEMPRE estás ahí cuando se te necesita, llevando como bandera la mejor de las sonrisas. Das el punto de locura a la mejor de las fiestas, apoyas a todo el mundo hasta en la más perdida de las causas y no dejas de dar tu cariño a todo aquel que lo pide, o sin pedirlo.
Eres genial, estratosférica, ESPECIAL, espacial también, maravillosa, y un millón y medio de etcéteras con los que no te quiero subir demasiado el ego.
Así que ni te atrevas a volver a decirme que no mereces a gente a tu lado como la que tienes, porque no es cierto. Eres la mejor y por tanto mereces que se te trate como tal.
Dicho esto, ya puedes quererme muchísimo. :)