martes, 17 de septiembre de 2013

Carta a Helena de Troya

Querida Helena:

Lo primero que quiero decirte es que, en cierto modo, siempre te he admirado un poco. En algún momento de mi vida siempre he pensado que ojalá hubiera tenido el mismo valor que el que tú tuviste para dejarlo todo atrás y luchar por lo que querías, sin arrepentirte ni dudar.
Si tienes tiempo, me gustaría hablarte de cómo ha cambiado el mundo desde tu época.
Por ejemplo, no habrías tardado tantos meses en llegar a Troya. Habrías cogido un avión (una caja de hierro que vuela, digamos que manejada por brujos) y en un par de horas ya estarías en casa de tus suegros. Y luego, no habrías tenido tantos problemas al dejar a Menelao. Hace siglos que se inventó una cosa llamada divorcio, que es un papel por el cual puedes dejarle y además, llevarte incluso parte de sus riquezas sin que él pudiese decir nada. Fantástico, ¿eh?
Siendo tan guapa como se dice que eras, algún espabilado te habría hecho fichar por una agencia de modelos. Y te habría exhibido por todo el mundo, llevándote en la caja voladora a todos los rincones a hacerte fotos, a ir a orgías por obligación y a pasear por un tablón llevando togas y túnicas más caras que toda Troya. Y habrías tenido todos los hombres que hubieras querido, igual o mejores que Paris.
Pero, querida Helena, ya no se va a la guerra por cosas tan románticas y “poco rentables” como una mujer hermosa. Los grandes gobernantes de este mundo luchan por petróleo, parecido a ese aceite que usaban en tu época para las lámparas y antorchas. Y tu guerra habría durado menos, porque con dos bombas y media habrían dejado Troya como una escombrera. Y ni caballo, ni Aquiles vengándose, ni Paris salvándote, ni nada de nada. Además, en este mundo la gente es esclava de unas cajitas de luces que les dicen todo lo que pasa en el mundo y lo que dicen otras personas, y la vida es mucho más complicada que en tu época. No es tan sencillo amar a alguien, o desear a alguien, porque todo el mundo te mira y cuestiona lo que haces. Y con lo valorada que está la belleza ahora, algún día Paris encontraría otro culo que perseguir y te dejaría sola con tu belleza y tus togas carísimas.
Así que, Helena, que sepas que a veces envidio tu suerte. En tu época todavía quedaba algo de romanticismo por el que ir a la guerra. Ahora la gente sólo mira sus cajitas de luces, perdiendo de vista la vida que tienen alrededor.


No hay comentarios: