lunes, 16 de enero de 2012

Nieve...

En el aula, todos los alumnos miraban a la pizarra, intentando que las oraciones en pasiva de inglés les entraran en la cabeza, de una manera o de otra, sin caer rendidos de sueño sobre sus mesas. De repente, uno de ellos gritó: "¡Nieve, está nevando!".
La pasiva quedó eclipsada por una suave lluvia de copos blancos que bailaban en el aire, como pequeñas bailarinas de ballet, una danza hipnótica. Todos miraban por la ventana, absortos, cómo caía la nieve despacio, sin prisa. El profesor llamó la atención a sus alumnos, que no hacían ni caso a las abandonadas oraciones. Cada uno de ellos, con una sonrisa en los labios, veía caer la nieve del cielo como si fuera la primera vez que la ve.
La nieve tiene esa capacidad poderosa de entrarte por los ojos, calarte en lo más hondo de tu alma y llenarte de esa pureza, calma y suavidad que emana.

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