martes, 11 de septiembre de 2012

Atardecer púrpura

Debían de ser como las ocho de la tarde de ayer. Playa del Ris, Noja. El sol, tímido, se empieza a esconder entre las nubes, quiere irse a dormir. Me quito los zapatos, como si me entorpeciesen, y camino decidida hacia la orilla. La marea, al igual que el sol, se está retirando, no sé si a dormir. Una ola me acaricia los pies desnudos, fría, juguetona, delicada, haciéndome reír. Sigo caminando por la playa, junto a la orilla, mientras las olas me acompañan. Con la cámara en una mano y los zapatos en la otra, voy fotografiando el mar, desde distintos ángulos y con distintos detalles.
Ocho y media, más o menos: comienza a atardecer.
El cielo empieza a volverse rojo primero, luego rosáceo, luego violeta. Miro fascinada las olas teñirse de malva, el sol despidiéndose de mí hasta el día siguiente e iluminando la arena y la espuma.
Y ahí, gratis, para todo aquel que quisiese presenciarlo, la naturaleza ofrecía uno de los espectáculos más maravillosos. Y ahí estábamos mi cámara y yo.


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