jueves, 24 de enero de 2013

Estación de Autobuses

Tengo un cierto fetichismo extraño con la estación de autobuses de Valladolid. Tengo la manía de ir allí casi exclusivamente despedirme de alguien o a emprender viajes que me cambien la vida.
La primera vez fue con 15 primaveras a cuestas, a emprender sola un viaje hasta un lugar de Soria de cuyo nombre siempre me acuerdo. Fue un viaje que sin duda alguna cambio mi vida para siempre.
La segunda vez, fue dos años después, a despedirme de un amor de verano, al calor de los besos y de promesas susurradas. Me monté en ese autobús con otro pequeño cambio surgiendo en mi interior, latiendo con la fuerza de un volcán y empujándome a tomar decisiones de las que no me arrepiento.
No volví hasta este último verano, cuando tuve que ir a recoger y despedir a gente a la que echaba demasiado de menos, caras que llevaba muchos meses sin ver y que hicieron de mis días algo impresionante.
Este otoño tuve que ir otras dos veces, a viajar también y, como siempre, a crecer con esos viajes, a darme cuenta de demasiadas cosas...
La penúltima vez que estuve allí, fue para despedir también a otra persona, a la que veo mucho más pero a la que considero casi una hermana, con lo cual despedirse de ella también duele.Aunque sea un "hasta luego".
Y hoy, otra vez, a decir adiós al  que ha sido para mí otro hermano más durante este último mes. Has crecido mucho desde que te fuiste, y espero que no cambies demasiado para la próxima vez que nos veamos. 
Te voy a echar de menos, lo sabes.


No hay comentarios: