Nuestra historia
se escribe a empujones
en las matrículas capicúa
de los coches amarillos
y Volkswagens escarabajo.
Nuestra historia
no es una tragicomedia
de esas de final feliz con Sandra Bullock.
Lo nuestro fue (y es) comedia y risa,
con tintes de acción y partitura propia.
Nuestra historia es sol y lluvia,
no arcoiris infinitos
donde viven los leprechauns,
sobre todo porque lo nuestro
vale más que mil ollas de oro.
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