Mi triste y dolida espalda,
que ya se ha revestido
de todas tus puñaladas,
hoy resbala. Hoy no calla.
Hoy se alza y te devuelve
cada golpe y estocada.
Mi confianza y mi fe,
esas que te entregué a ti,
se van para no volver.
No te reirás más de mi.
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