Maldita, maldita, maldita seas.
Quería huir de ti, lo deseé
con todas y cada una de mis fuerzas.
No entendía por qué eras tan cruel
haciéndome tropezar una y otra vez.
Luego me ibas ofreciendo
pequeños tesoros en mi camino
y has creado una red en torno a mí
que nos une, que nos ata, que me encadena.
Maldita, maldita, y mil veces lo seas.
Eres tan cruel, tan despreciable.
Has hecho que ahora, cuando por fin
puedo despedirme de ti para siempre
todos esos tesoros
que antes me ofrecías
estén grabados en la puerta final
que me indica la salida
y que ya no sé si quiero abrir.
Y antes te odiaba... Antes...
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