Te preguntarás si lees esto
Quién se oculta tras la tinta
Que impregna este cuaderno.
Soy cazadora de hadas
Que me inspiren mil sonetos.
Soy poeta de post-its,
Escritora de cuentos,
Salvadora de perdidos,
Y si me encuentro, me pierdo.
Soy cantante de silencios,
Habitante de La Luna,
Guardadora de secretos.
Soy todas, y soy ninguna.
Si casualmente lees esto
Me conocerás más que nadie.
O no, quizás te miento
Y yo sólo soy la tinta
Que impregna este cuaderno.
Quién se oculta tras la tinta
Que impregna este cuaderno.
Soy cazadora de hadas
Que me inspiren mil sonetos.
Soy poeta de post-its,
Escritora de cuentos,
Salvadora de perdidos,
Y si me encuentro, me pierdo.
Soy cantante de silencios,
Habitante de La Luna,
Guardadora de secretos.
Soy todas, y soy ninguna.
Si casualmente lees esto
Me conocerás más que nadie.
O no, quizás te miento
Y yo sólo soy la tinta
Que impregna este cuaderno.
Sin poder evitarlo, sonrió. Siguió pasando hojas hacia atrás y lo encontró. Un nombre, una dirección, un teléfono. Se sintió embriagado por una leve sensación de felicidad. Tenía ante sí un pequeño tesoro que cabía en las palmas de sus manos, pero que le hacía sentirse como si hubiera descubierto la tumba de Tutankhamon. Cogió su móvil y marcó el número de la primera página.
A unas calles del parque, una chica se mordía las uñas con ansiedad. Había perdido algo que era muy importante para ella. El sonido de su móvil hizo que pegara un brinco en la silla y lo cogió rápido. No reconocía el número.
-¿Sí?
......
-Sí, soy yo.
......
-Sí, es mío.
......
-¡Oh, muchísimas gracias! En serio, pensé que me moría... ¿Dónde lo has encontrado?
......
-Oh vaya, que descuidada soy... Se me debió caer cuando venía a casa. ¿Dónde podemos quedar?
......
-Vale, pues nos vemos en media hora. Y muchas gracias otra vez, en serio.
Ella colgó y corrió a vestirse. Él colgó y sonrió, mirando al pequeño cuaderno que sostenía en sus manos, y se acercó al punto de encuentro. Tenía ganas de conocer a la dueña de ese pequeño tesoro.
A unas calles del parque, una chica se mordía las uñas con ansiedad. Había perdido algo que era muy importante para ella. El sonido de su móvil hizo que pegara un brinco en la silla y lo cogió rápido. No reconocía el número.
-¿Sí?
......
-Sí, soy yo.
......
-Sí, es mío.
......
-¡Oh, muchísimas gracias! En serio, pensé que me moría... ¿Dónde lo has encontrado?
......
-Oh vaya, que descuidada soy... Se me debió caer cuando venía a casa. ¿Dónde podemos quedar?
......
-Vale, pues nos vemos en media hora. Y muchas gracias otra vez, en serio.
Ella colgó y corrió a vestirse. Él colgó y sonrió, mirando al pequeño cuaderno que sostenía en sus manos, y se acercó al punto de encuentro. Tenía ganas de conocer a la dueña de ese pequeño tesoro.
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